Israel ha intensificado sus ataques en el norte de Gaza, en su tercer intento por someter a las fuerzas de Hamas que operan en la región. Los ataques han generado devastación en áreas como el campo de refugiados de Jabalia, donde los residentes enfrentan un cerco militar, con tanques israelíes posicionados estratégicamente para bloquear las rutas de escape. La población civil, atrapada en medio de los combates, se enfrenta a una severa escasez de alimentos y suministros esenciales, exacerbada por los bombardeos aéreos que han destruido infraestructura clave, incluyendo hospitales.
El ejército israelí ha emitido múltiples órdenes de evacuación a los residentes de las ciudades norteñas de Beit Hanoun, Jabalia y Beit Lahia, instándolos a trasladarse a áreas del sur, aunque estas zonas también han sido blanco de ataques aéreos. Sin embargo, muchos palestinos se han resistido a abandonar sus hogares, denunciando que no existe un lugar seguro en Gaza y temiendo que la evacuación sea parte de un plan para desarraigar a la población permanentemente.
La situación humanitaria es crítica, con informes de cuerpos sin recoger en las calles y residentes heridos sin acceso a atención médica debido a los constantes tiroteos y bombardeos. La evacuación forzada de hospitales en el norte, como el Kamal Adwan y el Hospital Indonesio, ha sido descrita como una "sentencia de muerte" para miles de pacientes que dependen de estos servicios médicos.
Esta ofensiva forma parte de la estrategia israelí para debilitar a Hamas, tras obtener información que indica que el grupo está reagrupándose y reconstruyendo su infraestructura en el norte. A pesar de los esfuerzos militares, la población civil sigue atrapada en medio de la violencia, enfrentando lo que algunos han descrito como condiciones similares a una limpieza étnica, mientras Israel busca establecer un control total sobre la región.