Por JS Campo Gutiérrez

El uso de los misiles ATACMS por Ucrania ha cambiado las reglas del juego en el conflicto con Rusia. Estas armas, con un alcance de hasta 300 kilómetros, permiten ataques precisos contra objetivos clave como bases aéreas y depósitos militares.

Horas después de un ataque ucraniano con estos misiles, Rusia respondió con un proyectil que impactó en Kiev. Ucrania afirma que fue un misil intercontinental, mientras Estados Unidos sostiene que fue de alcance medio. Aunque hay diferencias sobre el tipo de arma, el mensaje de Moscú fue claro: el conflicto podría intensificarse.

Para Rusia, los ATACMS representan una intervención directa de la OTAN. El Kremlin insiste en que el conflicto ya no es solo con Ucrania, sino con todo Occidente. Este discurso busca justificar medidas más drásticas en el frente militar.

Más del 70% de las infraestructuras estratégicas rusas alrededor de Ucrania están ahora en el rango de los ATACMS. Esto debilita las capacidades logísticas de Moscú y aumenta la presión sobre sus fuerzas en el campo de batalla.

Por otro lado, aliados de Rusia como Irán y Corea del Norte podrían intensificar su apoyo. Irán ya ha proporcionado drones de ataque, y Corea del Norte ha enviado municiones. Su involucramiento más directo ampliaría los riesgos del conflicto.

Estados Unidos parece estar jugando a largo plazo. La administración Biden busca equipar a Ucrania para evitar que llegue debilitada a una posible negociación de paz en 2025, especialmente cuando Donald Trump asuma el poder en enero del 2025. Esto asegura que Ucrania mantenga una posición más sólida.

Alemania, por su parte, ha evitado proporcionar misiles Taurus, que tienen un alcance de más de 500 kilómetros. Berlín teme que su uso para atacar territorio ruso provoque una escalada que involucre directamente a la OTAN.

La amenaza de una guerra más amplia es real. Putin ha señalado que las bases de defensa de la OTAN en Polonia podrían ser consideradas objetivos si el conflicto escala. Aunque el uso de armas nucleares parece improbable, su amenaza sigue presente.

Un conflicto directo entre Rusia y la OTAN sería desastroso para Moscú. Las capacidades militares y económicas de Occidente son muy superiores, lo que podría exponer aún más las debilidades del Kremlin.

El uso de los ATACMS subraya cómo la guerra se ha transformado en un enfrentamiento de alta tecnología con implicaciones globales. Cada arma nueva que entra al conflicto eleva las tensiones a niveles peligrosos.

En este escenario, la diplomacia parece más necesaria que nunca, pero también más distante. El futuro del conflicto definirá no solo el destino de Ucrania, sino el equilibrio de poder global.