El exdirector ejecutivo de Abercrombie & Fitch, Mike Jeffries, fue arrestado en octubre de 2024 junto con su pareja Matt Smith y otro cómplice, Jim Jacobson, tras ser acusados de dirigir una red internacional de tráfico sexual. Según la investigación del FBI, utilizaban su poder y riqueza para reclutar jóvenes para fiestas privadas tanto en Estados Unidos como en el extranjero. Jeffries, quien se dirigió a la empresa entre 1992 y 2014, ya había sido objeto de controversias por su gestión. Los acusados enfrentan cargos que podrían llevarlos a penas de hasta cadena perpetua.
Mike Jeffries, exdirector ejecutivo de Abercrombie & Fitch, fue arrestado en octubre de 2024, junto con su pareja Matt Smith y un tercer implicado, Jim Jacobson, tras ser acusados de operar una red internacional de tráfico sexual. Los tres hombres enfrentan múltiples cargos relacionados con la organización de fiestas privadas en las que se reclutaba a jóvenes, tanto en EE.UU. UU. como en el extranjero, para satisfacer los deseos sexuales de los acusados. La investigación fue liderada por el FBI y fiscales federales de Brooklyn.
Durante su tiempo al frente de Abercrombie & Fitch, Jeffries ya había sido señalado por otras controversias, especialmente en torno a la cultura corporativa que promovió en la empresa, la cual se enfocaba en la apariencia física y exclusividad. En 2022, un documental de Netflix titulado White Hot: The Rise & Fall of Abercrombie & Fitch expuso aún más las prácticas cuestionables bajo su liderazgo, incluyendo la supuesta discriminación racial y el énfasis en contratar empleados "atractivos".
Jeffries dirigió la empresa desde 1992 hasta 2014, un período durante el cual la marca se hizo mundialmente famosa, pero también enfrentó críticas por sus campañas publicitarias, muchas veces sexualizadas y enfocadas en estereotipos de belleza. En entrevistas pasadas, Jeffries defendió esas campañas, afirmando que la sexualidad que representaban era "juguetona y no degradante", aunque muchos críticos no compartían esa visión.
El caso actual de tráfico sexual ha reavivado las críticas hacia Jeffries, esta vez por su presunta participación en delitos mucho más graves. Según el acta de acusación, los tres involucrados utilizaron su vasta riqueza para reclutar a jóvenes para estas fiestas privadas, manteniendo su operación en secreto durante años. El modus operandi incluía viajes internacionales y la explotación de personas vulnerables, según informaron las autoridades.
Los cargos a los que se enfrentan incluyen prostitución y tráfico sexual a nivel internacional. Si son condenados, podrían enfrentarse a penas de al menos 15 años de prisión, y algunos cargos podrían llevar incluso a cadena perpetua. La defensa de Jeffries ha afirmado que responderán a las acusaciones en los tribunales, pero hasta el momento no se ha revelado más información detallada.
Este escándalo ha tenido repercusiones no solo en la imagen de Jeffries, sino también en la de Abercrombie & Fitch, a pesar de que él dejó la empresa hace una década. La marca ha tratado de distanciarse de su legado, pero los efectos de su gestión y los nuevos cargos han puesto en duda las reformas que la compañía ha implementado desde su salida.
La conexión de Jeffries con el escándalo sexual resalta los excesos y abusos de poder que pueden ocurrir en las altas esferas empresariales. Su caso también refleja la capacidad de ocultar durante años actividades ilegales gracias al dinero y al estatus, lo que ha generado una fuerte indignación pública.
Este episodio probablemente reabrirá el debate sobre la responsabilidad moral de los líderes corporativos y la importancia de mantener un escrutinio constante sobre las figuras públicas que manejan grandes sumas de dinero y poder, quienes, como en el caso de Jeffries, a menudo pueden operar fuera del radar durante largos períodos de tiempo.